La comunicación puede entenderse como un proceso
unidireccional o bidireccional, y este último sería el que podemos considerar
verdadera comunicación.
Otro de los criterios para distinguir modelos comunicativos es el número de
personas que participan, es decir individual o colectiva; o bien, si es directa o
mediada tecnológicamente, por ejemplo, cara a cara o a través de un teléfono.
Y otra posible clasificación, más crítica, está en función de si la comunicación
es libre y voluntaria o impuesta. En la mayor parte de los procesos
comunicativos, como es el caso de la información o el entretenimiento,
normalmente el acto comunicativo suele ser voluntario, es decir, el receptor
participa y recibe información de forma voluntaria.
Pero en otras ocasiones, como es el caso de la publicidad, el receptor es
destinatario obligado de cientos de mensajes no solicitados y que no se
desean. Este caso es aún más evidente cuando los mensajes publicitarios
están en el espacio público directo o mediado.
Comunicación social impuesta al ciudadano.
Otra posible clasificación de la comunicación social podríamos realizarla en
función del impacto que el mensaje produce en el espacio público, bien por su
grado de agresividad, bien por su tamaño o por la tecnología utilizada, el
mensaje puede considerarse una invasión muy perjudicial para el ambiente.
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